sesion !

Mis labios… cofre de tu sabor, domador de tu piel, sugestivos de tu éxtasis.
Bebe de mi, hasta llevarte de los labios el a sabor a mi ¡

Las cosas que pueden pasar cuando el impulso inherente de los humanos hacía sentirse más cerca que quien te evoca deseo.

Salir de tu casa usando resquicios  ilegítimos, con escusas de alusión poco tangibles, pasear por el casco antiguo de Santiago centro de noche, en busca de un lugar plácido para despilfarrar sudor, caricias lamidas, gemidos, sonrisas, carcajadas y aruños.

Pero todo esto, al final le da un encanto singular, lo prohibido, pero necesario. Caminar tomando su mano con sus protestas tan núbiles que solo llaman a abrazarla en una gélida y avanzada noche, en esas veredas húmedas, con casas que recuerdan años de congoja y clasismo de comienzos de los vientos modernos santiaguinos.

Hasta que legamos a un fugitivo lugar, una casona enorme. Nos da la bienvenida una cálida señora, con un atavío digno de una mucama de Hotel de alta estirpe, pero que con la lubricidad de los ecos, brillos y sombras de lugar, se ultraja toda la quimera de primera instancia y te caes nuevamente al sector poniente de Santiago. Nos conduce a una habitación conveniente y plácida, que, bajo mis expectativas, es todo lo que condiciono para comerme su piel, derretir el hielo de nuestro corazón, acariciar hasta los últimos hilos de su alma y morir 100 veces sobre sus pies, para resucitar cuando sus dedos entren en mis poros. Hasta dormitar en sus labios para luego,  besar sus pies nuevamente.

Vamos por anchos caminos de derivas de un terciopelo marrón, ese terciopelo que al acariciar sientes la textura de arcaicos antros de tradición venusiana, oyendo como el pianista toca la siguiente canción, bebiendo un whisky escocés y oliendo su voz de musa exhortada en placeres ignotos. Son las imágenes que me inundaron todos los instantes que articularon estas letras, sus "los retintines" que me empujaron por estos párrafos. Ahora solo que queda volver al mundo palpable y comenzar a terminar mis últimas, pero más abatidas y luctuosas responsabilidades  académicas  …